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(Re) Descubramos el valor de los insectos comestibles



¿Y si te digo que comer insectos no es ninguna novedad? El humano los consume desde el Paleolítico. Es decir, que desde hace miles de años el Homo sapiens incluye insectos en su dieta.


En el pasado, los insectos no eran un alimento de todos los días. En algunos casos se consumían como ingredientes complementarios y en otros casos, como alimento de emergencia. Incluso, podían ser considerados manjares.


Así lo evidencia un escritor de la Antigua Roma, Plinio el Viejo. En su libro Historia Natural menciona una comida muy apreciada a base de larvas de taladro rojo (Cossus cossus). Aristóteles describió en el siglo IV a. C. el placer que le generaba comer cigarras (Cicadidae). Los aztecas son otro ejemplo testimonial. La antigua sociedad de Mesoamérica valoraba una diversidad de insectos y sus huevos como alimento. El chapulín es una de las especies más icónicas.


Se han registrado más de 2.000 especies comestibles de insectos en 130 países. Principalmente, en América, África y Asia. Esto no quiere decir que se comían insectos en todos los puntos de estos continentes. Esta práctica ocurría en zonas tropicales. Allí, la temperatura, la humedad relativa y la abundante vegetación crean condiciones favorables para el desarrollo de grandes familias de insectos. Te invito a que mires un mapa y te pares sobre la línea del Ecuador. ¿Qué países atraviesa o se encuentran próximos a la línea ecuatorial? Seguramente, en la mayoría de ellos existe una tradición culinaria con insectos.


Entonces, si las personas consumieron insectos durante milenios, ¿por qué hay quienes dicen que los insectos son un alimento novedoso? Esta creencia surge de la influencia de la cultura occidental. Comer insectos en Europa, Norteamérica y países muy occidentalizados es un fenómeno reciente. Genera interés y asombro. Y representa un cambio de creencias. Lo que hasta hace poco era considerado una plaga o vector de enfermedad, ahora es redefinido. Los insectos comienzan a ser percibidos como ingredientes. Como alternativas sustentables. Como manjares gastronómicos.


A lo largo del siglo XXI, se han ido revalorizando los insectos comestibles en todo el mundo. Esto es gracias a una mayor participación de la academia, el empresariado, el emprendedurismo, las instituciones educativas, los gobiernos y los medios de comunicación. La integración de todas estas partes permite crear nuevos usos para los insectos, más allá de la alimentación.


El aprovechamiento de residuos orgánicos como alimento para insectos contribuye al desarrollo sostenible. El abono que resulta de la producción de insectos puede ser utilizado como fertilizante para plantas y para la generación de biogás. Y hay más. A partir del exoesqueleto de algunos insectos es posible desarrollar plásticos y pegamentos biodegradables, lentes de contacto, tejido artificial y suturas quirúrgicas. Otras aplicaciones que se han estudiado involucran el uso de insectos para reducir la masa de metales pesados en suelos contaminados y la eliminación de antibióticos del estiércol animal.


Redescubramos el valor de los insectos comestibles. Además de ser un excelente alimento para humanos y animales no humanos, ofrecen aplicaciones no alimentarias para las áreas de salud, bioeconomía, agricultura e ingeniería. El potencial de los insectos comestibles está al alcance de nuestras manos.


Para seguir leyendo

Lesnik, J. (2018). Edible Insects and Human Evolution. University Press of Florida. https://amzn.to/3X3l7lT

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